Josep Guinovart, 65 x 65 cm, técnica mixta, instalación, 2004. Esta espectacular obra matérica de Josep Guinovart reúne un trabajo de escultura, collage dibujo y pintura. Es una obra cruciforme, tridimensional, que deja sin palabras al espectador; esta protegida por una urna por su delicadeza. Los caminos trazados seguidos por las caracolas, tiene el punto de encuentro en el cruce. La obra parece no acabarse en los márgenes de la caja, como así lo quiso el artista. Hay que destacar los colores blancos y beig arcilla, que describe el espíritu de Guinovart ligado a la tierra. El dibujo de fondo a lápiz es sencillo, tan primigenio como fundamental en la obra que se termina en su propia firma y datación de la obra; apenas tres años antes de morir.
Esta obra de Josep Guinovart esta protegida por un metacrilato frontal de 6 mm, superior de 12 mm y tres caras de contrachapado de 12mm que son continuidad de la obra en los costados. De hecho la obra continua en todos sus lados, por dentro y fuera. El dibujo es a lápiz y reproduce con estilo primitivista, la espiral de la coraza de la caracola. Es una demostración de la perfección de la naturaleza frente a la comprensión humana (imperfecta). Guinovart se siente muy unido a la naturaleza y a lo que de ella se desprende, la tierra, la luz, lo orgánico, ... etc. El blanco recupera sus orígenes, cuando toda su familia, de oficio pintores de "brocha gorda", se ganaba la vida blanqueando casas, entre tablones, colas de pegar, brochas, trepas para cenefas, zócalos, espátulas y hornillos. El cuadro o instalación, al final viene a describir el encuentro de todos los caminos en todas las dimensiones (tiempo y espacio). Ésta, es una obra que inmortaliza al artista. Recomendamos visiten la tienda para no perder la oportunidad de contemplar tan espectacular obra de arte de Josep Guinovart. La obra está firmada a lápiz y fechada por el artista en el ángulo inferior derecho.
Josep Guinovart, 65 x 65 cm, técnica mixta, instalación, 2004. Esta espectacular obra matérica de Josep Guinovart reúne un trabajo de escultura, collage dibujo y pintura. Es una obra cruciforme, tridimensional, que deja sin palabras al espectador; esta protegida por una urna por su delicadeza. Los caminos trazados seguidos por las caracolas, tiene el punto de encuentro en el cruce. La obra parece no acabarse en los márgenes de la caja, como así lo quiso el artista. Hay que destacar los colores blancos y beig arcilla, que describe el espíritu de Guinovart ligado a la tierra. El dibujo de fondo a lápiz es sencillo, tan primigenio como fundamental en la obra que se termina en su propia firma y datación de la obra; apenas tres años antes de morir.