Daniel Codorniu, 35.4 x 49 cm, acuarela, 1986. Magnífica acuarela del pintor mallorquín formado en la Escola de Belles arts de Sant Jordi. Se aprecia un muy buen trazo en el dibujo a mano alzada y a primera vista, sin insistir, lo que demuestra el dominio del artista. A posteriori, colorea con simulado desinterés, pero de gran efecto. Siendo una obra de 1986, se descubre un claro precedente del minimalismo en la conclusión de un cuadro que está por venir, alejándose de los movimientos más academicistas del momento.
Daniel Codorniu fue, además de uno de los más grandes paisajistas de Mallorca de la segunda mitad del siglo XX, un gran retratistas. Pintaba, desde su estudio de Llucmajor, al natural con modelos que se iban sucediendo ante su caballete y su paleta. Inicialmente presentaban una finalización más academicista, con una composición, incluso rozando el barroquismo en ocasiones, con elementos varios que acompañaban a la modelo o mobiliario que llenaban el lienzo. Esta acuarela demuestra que a mediados de la década de los 80, ya se plantea rebajar el peso de la obra y abrirá una puerta al trazo más rápido y alejado del realismo impresionista, virando hacia el expresionismo compositivo. Su carrera acabará cuando su pintura se ha vuelto en ocasiones abstracta. La acuarela se encuentra en muy buen estado, apenas sin señales del paso del tiempo.
En un paraje urbano como es el centro de Sóller, intransitable en nuestros días, por la cantidad de turismos que visitan el municipio, Daniel pudo plasmar en esta acuarela la esencia del dicho "la isla de la calma", porque eso es lo que transmite esta acuarela.
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