Joan Riera Ferrari, 120 x 250 cm, técnica mixta sobre madera, 2005. Espectacular cuadro del pintor Riera Ferrari que resulta del estudio preciso de estos tres acantilados en el margen izquierdo del cuadro y un cuarto acantilado al fondo que recorre del centro a la parte derecha del lienzo. Los islotes en el centro derecha del cuadro compensan el equilibrio del paisaje. Este mismo tema, desde diferentes puntos de vista, así como en fragmentos, fue muy recurrente para Joan Riera Ferrari y aparece en muchos de sus cuadros de la serie Roques. El reflejo en el agua de los monumentales acantilados consiguen un efecto de majestuosidad sobre el gran cuadro.
Las obras de Riera Ferrari se reconocerá a partir de 1993 por su serie Roques; con la que consiguió gran fama nacional e internacional y que le llevó a trabajar con ella a lo largo de dos décadas que alternaba con su pintura figurativa Retratos y Nubis (en blanco y negro) y su pintura abstracta. Esta obra inicialmente pudo haber sido pintada por encargo de un hotel, para una zona predominante como el hall. Joan Riera Ferrari recibió a lo largo de su carrera muchos encargos con este fin. De ahí, las icreibles dimensiones del cuadro. Sin embargo fue adquirida por un coleccionista mallorquín que se anticipó, visitando al artista en L'Auba (su taller), donde cerraron el contrato de venta por un precio de 15900 euros. El soporte de la obra es tabla de madera. Se encuentra en perfecto estado de conservación y no va enmarcado. Las fotografías han sido enviadas por la propiedad y el cuadro se encuentra en el domicilio de la misma. Para el interés de cualquier comprador, gestionaríamos la visita.
Joan Riera Ferrari, 120 x 250 cm, técnica mixta sobre madera, 2005. Espectacular cuadro del pintor Riera Ferrari que resulta del estudio preciso de estos tres acantilados en el margen izquierdo del cuadro y un cuarto acantilado al fondo que recorre del centro a la parte derecha del lienzo. Los islotes en el centro derecha del cuadro compensan el equilibrio del paisaje. Este mismo tema, desde diferentes puntos de vista, así como en fragmentos, fue muy recurrente para Joan Riera Ferrari y aparece en muchos de sus cuadros de la serie Roques. El reflejo en el agua de los monumentales acantilados consiguen un efecto de majestuosidad sobre el gran cuadro.