Federico Molina, 81 x 130 cm, óleo sobre tela. Este cuadro representa de la mejor forma el conocimiento admirable del pintor de la técnica del retrato y la anatomía femenina. Federico Molina empleó como modelo para este desnudo a su propia mujer. El retrato recoge una inspiración espiritual a la vez que sensual, al combinar una paleta de colores del azul, pasando por blancos, al granate... colores habituales en los diferentes cuadros de la Virgen María de Murillo. Federico Molina adquirió gran fama en la isla por sus retratos por encargo.
El artista, de gran formación en el dibujo, academicista de pincelada vigorosa, recibió un gran reconocimiento como retratista y su pintura figurativa se recoge entre los grandes maestros del retrato español. En 1968 expone en las "Galerías Costa", regentadas por José Costa, hijo del formidable dibujante y humorista del mismo nombre, que se hizo popular en Barcelona animando las columnas de "L'Esquella de laTorraixa" y otras publicaciones de principios de siglo. A partir de entonces, su pintura se volverá más sutil. y detallista. La pintura es una gran oportunidad para coleccionar una de las mejores obras de Molina en la isla. Se encuentra en perfecto estado y la enmarcación es de oro al agua con marialuisa de terciopelo granate.
Federico Molina, 81 x 130 cm, óleo sobre tela. Este cuadro representa de la mejor forma el conocimiento admirable del pintor de la técnica del retrato y la anatomía femenina. Federico Molina empleó como modelo para este desnudo a su propia mujer. El retrato recoge una inspiración espiritual a la vez que sensual, al combinar una paleta de colores del azul, pasando por blancos, al granate... colores habituales en los diferentes cuadros de la Virgen María de Murillo. Federico Molina adquirió gran fama en la isla por sus retratos por encargo.