Josep Castellanas, 38 x 46 cm, óleo sobre tela. Representación de sa foradada en Deià. El estilo posimpresionista de Castellanas se refleja en este cuadro a partir de una pincelada delicada y rítmica, servida de una gama de colores luminosos en primer termino de una amplia gama de verdes que se entremezclan con los azules del mar cristalino. Los azules grisáceos del cielo, levemente nublado, crean una atmósfera bucólica que envuelve el espectador. Los rasgos academicistas de su pintura nos ayudan a reconocer las formas y rasgos tan característicos de la Serra de Tramuntana.
A partir de los años 40 del pasado siglo XX Josep Castellanas se traslada a Mallorca. En ese momento su obra crea un imaginario idílico de los paisajes montañosos y marítimos que se pueden encontrar entre Sóller y Deià, capturando instantes sosegados de la naturaleza y las pequeñas localidades mallorquinas. A pesar de eso, el cuadro se muestra como una gran ventana a una realidad intensa y asombrosa, gracias a su técnica dotada de una pincelada suave y rápida, toques de luz discretos y colores vivos y luminosos. Deducimos que la obra se pinta en una época temprana por la influencia de la escuela pollensina, (Anglada Camarasa, Tito Cittadini, Dionis Bennassar, ...). El academicismo imperante de su trayectoria lleva al espectador a un reconocimiento de la vegetación autóctona de la isla en algunos casos, y transforma la obra de Castellanas en un testimonio de los pueblos y zonas más genuinas de la isla.
En la reata del cuadro podemos observar una etiqueta propia del marco. Es la descripción del material con el que se ha realizado y también indica que fue vendido en Casa Vila, una de las tiendas de materiales de bellas artes icónicas de Palma. El marco es de madera y está repintado de color turquesa pastel. Está bien conservado pero recomendamos volver a enmarcarlo.
Josep Castellanas, 38 x 46 cm, óleo sobre tela. Representación de sa foradada en Deià. El estilo posimpresionista de Castellanas se refleja en este cuadro a partir de una pincelada delicada y rítmica, servida de una gama de colores luminosos en primer termino de una amplia gama de verdes que se entremezclan con los azules del mar cristalino. Los azules grisáceos del cielo, levemente nublado, crean una atmósfera bucólica que envuelve el espectador. Los rasgos academicistas de su pintura nos ayudan a reconocer las formas y rasgos tan característicos de la Serra de Tramuntana.